Actualmente, la psiquiatría utiliza el término dispatía o dispático para hacer referencia al "sufrimiento psíquico". Es considerado un neologismo formado a partir del griego δυσ (dys), expresando la idea de dificultad, falta, y el griego πάθος (pathos) significando sufrimiento, enfermedad. El estado de dispatía (o de "sufrimiento psíquico") correspondería a la invasión del campo de la conciencia del sujeto por emociones negativas que, a pesar de un intenso esfuerzo, causan una alteración parcial o total de la relación con el mundo. La mantención del sufrimiento en el tiempo provoca lo que se conoce como "sufrimiento psíquico crónico" (Castel, 2006).
La dispatía consiste en reconocer el sufrimiento del paciente pero enjuiciarlo de tal manera que denigramos y dañamos su imagen o su autoestima.
El hombre es un ser social, algo bien conocido. Sin embargo, para ser completo y completo, su socialidad debe expresarse de acuerdo con la regla de la empatía, esto se pone en comunión total con el sentimiento del otro, para comprender que su emoción es su experiencia. La empatía es reconocer la cara del otro como similar a sí mismo y dotada de la misma dignidad. La socialidad no es una manada, no es caos, no es dominación; más bien, tomarse de las manos.
Sin embargo, con demasiada frecuencia, la socialidad y las relaciones con los demás se entienden y establecen de una manera completamente dispática, es decir, sin ningún reconocimiento del otro, la cara ya no se ve incluso si se mira, la voz ya no se escucha incluso si se escucha. Ya no existe una verdadera relación entre las personas, solo los maniquíes sordos, ciegos y inminentes permanecen en su vacío social y espiritual.
Ya las personas no se ven, pierden la cara, pierden su verdadero encuentro y contacto con las profundidades. Es el fracaso de la socialidad real.
✅ Actitud dispática
Una paciente dice “me duelen los brazos, las piernas, la espalda”, y un profesional sanitario le responde: “Y la punta de la lengua, ¿no le duele también?” y remata diciendo: “Lo que más me extraña de su caso es que se llame usted María, y no Dolores”, a lo que la paciente protesta: “Usted no sabe lo que es encontrarse tan inválida como yo me encuentro, a lo que el médico replica: “¡Qué exagerada es usted!” Este es el ejemplo que Francesc Borrell, médico especialista en comunicación pone para explicar lo que es la actitud dispática . Por cierto, en el anexo de bibliografía, consulta el PDF1 para ver con detalles este ejemplo
Se define actitud dispática de una persona como el reconocimiento del sufrimiento del paciente prejuzgando sus motivaciones y conductas, es decir, lo enjuicia de tal manera que denigra su imagen o su autoestima. Presuponer intenciones o ganancias (p. ej. «usted lo que quiere es la baja laboral»), reprender por lo que siente («ya está bien de ser tan quejica») o la burla son formas dispáticas que a veces pueden realizarse de manera tan inaparente que pasen casi inadvertidas para el propio paciente. No por ello dejan de erosionar la relación asistencial y, sobre todo, crean un hábito emocional peligroso en el médico.
Dispatia expresa la incapacidad de comprender el punto de vista, los sentimientos y los sufrimientos de los demás en lugar de lo que es natural para la empatía. Aquellos que “ sufren ” de este trastorno son algo reacios a abrir relaciones, tienden a cerrarse y, por lo tanto, no pueden percibir emociones y sensaciones aún más sutiles, no solo otros sino también los suyos.
Por ejemplo, pueden ser personas con dificultades para expresar sus necesidades, incluso las de rutina presentes en la vida cotidiana; acomodar personas
Explorando su infancia muy a menudo, por no decir casi siempre, han surgido historias de que no han recibido suficiente atención emocional de sus padres, no tener recuerdos de su sonrisa a medida que surgen recuerdos agudos y frecuentes de soledad, tristeza e impotencia. Entonces, ¿cómo pueden estas personas tener un sentimiento que no ha tenido la oportunidad de desarrollarse?
✅ Dispatía y cinismo
Poco se ha dicho sobre la respuesta dispática. La dispatía consiste en reconocer el sufrimiento del paciente pero enjuiciarlo de tal manera que denigramos su imagen o su autoestima. Presuponer intenciones o ganancias (p. ej. “usted lo que quiere es que le dé la baja”), reprender por lo que siente (“¡ya está bien de ser tan quejica!”), o la burla misma, son formas dispáticas que a veces pueden realizarse de manera tan inaparente que pasen casi inadvertidas para el propio paciente. No por ello dejan de erosionar la relación asistencial y, sobre todo crean un hábito emocional peligroso en el profesional de la salud. Podría parecer que exageramos con estas reacciones, pero a nadie se le escapa que son más que verosímiles, desgraciadamente.
Hay respuestas dispáticas que son claramente cínicas en los profesionales. El cinismo es una distancia permanente con los sentimientos del otro mediante una estrategia de burla. Cínica es la persona que no se toma nada en serio, ni siquiera su propio dolor. Un cínico de categoría generaliza este tipo de distanciamiento a sus relaciones cotidianas. En efecto, es posible que una respuesta de un profesional de la salud ante un sufrimiento que no entendemos y nos irrita sea la de calificarlo de exagerado o sin fundamento orgánico, en lugar de la esperada empatía terapéutica.
Los profesionales de la salud y de la ayuda en el sufrimiento recibimos el impacto cotidiano de tanto malestar humano, y en muchas ocasiones con tan poca formación para responder a él, que podemos buscar defensas de todo tipo, incluido el planteamiento: “¿No será que los pacientes exageran mucho?”, detrás del cual puede esconderse mucho dolor y muchos síntomas desagradables sin atender. El profesional aprende a contemplar el mundo desde la barrera y, si tiene sentido del humor y flaquea en la virtud del respeto, encontrará justificaciones para aligerar sus propias ansiedades incluso mediante la burla. Es así como nace una actitud cínica en el acto asistencial, una actitud que, por lo general, no impregna toda la esfera del cuidado, afortunadamente. Pero no por ello es menos grave. Cuando este tono emocional lo ejerce una persona con liderazgo, pongamos un jefe, hay un proceso de imitación colectivo, una manera de afrontar el sufrimiento humano desde la distancia burlesca –o de menosprecio– que crea escuela. En términos humanistas se produce entonces una auténtica (e inaparente) catástrofe.
Es conocido que Mahatma Gandhi sostenía que “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”. Lejos de nosotros la idea de que por haberse socializado en estas últimas décadas la palabra empatía, hayamos conseguido las cotas mínimas necesarias para humanizar los espacios de ayuda en el sufrimiento. Nos queda mucho camino por recorrer.
Bibliografía consultada:
«https://es.wikipedia.org/»
«https://www.josecarlosbermejo.es/»
«https://forum.spazioasperger.it/»
«https://statomentale.wordpress.com/»
Bibliografía complementaria:
«PDF 1»
«PDF 2»