✅ Introito
Los seres humanos, al igual que los animales, somos seres sintientes y sufrientes, esto quiere decir que tenemos conocimiento de las cosas y experimentamos dolor y sufrimiento. Sin embargo, la capacidad de reconocer las distintas emociones y sentimientos en los demás y compartirlos parece ser una emoción más propia de los humanos, aunque muchos estudios apoyan que todos los mamíferos muestran ciertas manifestaciones de empatía.
La diferencia quizás respecto a la capacidad de empatía reside entre seres humanos y animales en el grado en el que esta se manifiesta.
Todos sabemos muy bien lo que es la empatía. Ese sentimiento que te permite identificarte con las emociones de otra persona o ser vivo, e involucrarte hasta cierto punto, y que puede variar en intensidad de un individuo a otro.
Aquellas personas que han desarrollado altamente esta capacidad, se consideran especiales ya que poseen un don increíble, sin embargo, en muchas oportunidades se implican excesivamente en los problemas y el dolor de los demás, incluso pueden llegar a identificarse con él y sentirlo como propio, creando una interacción que lejos de ser sana se convierte en deficiente, ya que, por una parte, no conseguimos aliviar al otro y por otro, también sufrimos nosotros mismos. Por tal motivo, pueden verse afectados y sobrecargados, especialmente si no sabe como cortar esta sensación y los mantenemos aferrados a ella. Con el tiempo, esto resulta ser dañino a la salud física y emocional.
Por ello la ecpatía juega un papel tan importante en la salud emocional, y las personas cuya inteligencia emocional está alimentada, saben que la necesitan tanto como la empatía para funcionar adecuadamente. Pero, ¿en qué consiste?
La ecpatía se define en muchas ocasiones como lo contrario de la empatía, pero lejos de ser una condición egoísta o propia de psicópatas o personas frías. Esta función mental, según muchos especialistas, puede contrarrestar una empatía excesiva y permitirnos conseguir un equilibrio en las interacciones sociales difíciles de sobrellevar y ayudarnos a ofrecer un apoyo a la persona que sufre o vive una situación traumática.
Por lo tanto, la ecpatía sería la capacidad que nos ayudaría a conseguir una empatía más saludable. Pero, ¿Qué implica realmente esta capacidad tan poco conocida? y ¿Cómo es capaz de regular el exceso de identificación con el otro y establecer una frontera entre uno mismo y los demás?.
Mientras que el hecho de ser capaz de vincular emocionalmente con los demás es una virtud, saber desconectar de la tormenta afectiva ajena cuando nos desborda es una necesidad. ¿Cómo se relacionan la empatía y la ecpatía?
En este artículo vamos a hablar en profundidad de la ecpatía y sus principales funciones, derivado de una exhaustiva y profunda investigación en publicaciones de internet al respecto.
✅ Desnudando conceptualmente la ecpatía
Seguidamente se desnuda el "corpus teórico" en las piezas fundamentales que visten y hacen elegante e importante este concepto: que no quede nada oculto al ojo investigativo del lector. La idea es cambiar patrones y crecer en amor propio.
Porque si yo estoy alegre y, en la interacción con un ser querido que está triste, me trago sus emociones, me hundo y me pongo muy triste para acompañarlo en su dolor, eso no es amor, es dependencia. Me pierdo a mí para "salvar" a la otra persona de su drama y su malestar, y sacrifico mi bienestar por hacer sentir mejor al otro. En esas condiciones me convierto en víctima de "secuestro emocional" de una realidad ajena a mí. Por cierto, es algo muy común y a la vez muy nocivo, de allí la trascendencia de esta publicación.
Como espléndidamente lo expresa Carmen Berry:
“Si el grado de implicación de una persona que se dispone en actitud empática con otra no es correcto, se corre el riesgo de caer en lo que se llama la trampa del mesías: amar y ayudar a los demás olvidándose de amar y ayudarse a sí mismo”.
Si la empatía te lleva a alejarte de tus propios sentimientos, olvidarte de ti mismo, a contagiarte de una emoción que no es tuya, a no poder elegirte... ¡¿DÖNDE QUEDA EL AMOR PROPIO?!
La ecpatía trabaja de la mano con la empatía, como un complemento que ayuda a las personas a manejar de forma adecuada el proceso de identificación o contagio emocional y sentimental, permitiendo proteger la salud del individuo.
La ecpatía es un nuevo concepto, que sería complementario a la empatía. A través de la ecpatía somos capaces de establecer una frontera entre nuestros sentimientos y los de los demás. Es decir, la ecpatía es la capacidad que nos permite no identificarnos en demasía con el sufrimiento del otro.
✅ ¿De dónde nace la ecpatía?
Este curioso término proviene del griego: ek-patheia. Como veremos, es lo opuesto a la empatía. Esto dista de significar que sea algo malo: significa ‘sentir fuera’.
Este nuevo concepto consiste en una propuesta desarrollada por el doctor en Psiquiatría José Luis González de Rivera en el año 2005. Por lo tanto, es un término relativamente nuevo en comparación con la empatía, cuyo origen se remonta a principios del siglo XX, concretamente a 1904, donde se recoge por primera vez en un diccionario de la lengua inglesa.
✅ Enfoque del doctor J.L. González
El citado doctor propone este término de Ecpatía, que toma del griego ek-patheia, y que significa literalmente “sentir fuera”, definiéndolo como el “proceso mental de exclusión activa de los sentimientos inducidos por otros”
Según el catedrático de Psiquiatría González,
“la Ecpatía es un nuevo concepto, complementario de empatía, que permite el apropiado manejo del contagio emocional y de los sentimientos inducidos”.
Afirma que la Ecpatía es lo opuesto a la Empatía y lo define como:
...un proceso mental voluntario de percepción y exclusión de sentimientos, actitudes, pensamientos y motivaciones inducidas por otra persona”.
Así pues, la Ecpatía se refiere al proceso mental voluntario por el cual podemos, de forma voluntaria, excluir o dejar de lado los sentimientos y las emociones que nos transmite una determinada situación que vive otra persona. Es la capacidad por la cual los sentimientos que nos transmiten los demás no nos influyan emocionalmente hablando.
Se constituye en una acción mental que evita ese "secuestro emocional" de la empatía y te hace independiente, pero te permite apoyar y acompañar a la persona sin implicarte, ni sacrificarte. Es la capacidad por la cual los sentimientos que nos transmiten los demás no nos influyan emocionalmente hablando.
Es, como hemos dicho, el polo opuesto de la empatía. Con la Ecpatía frenamos deliberadamente el contagio emocional.
El doctor J.L.González asegura que es necesario mantener cierta distancia en medio de la cercanía emocional, en aras de proteger nuestra propia vulnerabilidad.
✅ Pero, ¿en qué consiste?
Básicamente, en no dejar de tener presentes nuestros propios sentimientos y deseos, mientras nos conectamos con los demás.
✅ Digamos que es un sistema de defensa
Algunas veces, nuestro deseo de tomar en cuenta las emociones de los demás nos hacen olvidar nuestras propias necesidades.
✅ Entonces, ¿es como ser empático con uno mismo?
En cierta forma, podríamos decir que es precisamente eso, y de este modo evitamos cometer un grave error y salir lastimados.
Sin embargo, este equilibrio no es tan sencillo de lograr, especialmente para aquellas personas con nieles empáticos grandes
Por ejemplo, las personas que se involucran en causas humanitarias, cuidan de los enfermos, ancianos o huérfanos e incluso animales de la calle
La intensidad y profundidad con la que se involucran termina por hacerlas colocar de lado sus propias necesidades emocionales
Estas personas posiblemente terminan cargándose con las emociones negativas que generan estas situaciones, colapsando ante el sufrimiento
Es en este momento cuando la inteligencia emocional llama a la acción a la ecpatía, quien se encarga de rescatar al individuo
Entonces la ecpatía nos deja tomar cierta distancia, para aislar el dolor que produce la situación ajena, permitiéndonos seguir adelante
Este mismo sistema de defensa es el que se activa cuando estamos ante personas manipuladoras, que buscan aprovecharse de la empatía del otro
O bien disparan una alarma que hace que la persona se aleje cuando las cosas comienzan a ponerse peligrosas y se desata la histeria colectiva
Por eso que el doctor González de Rivera sostiene que las personas con inteligencia emocional, desarrollan ambas capacidades al unísono
Con la empatía nos mantenemos conectados con nuestro entorno y con la ecpatía con nuestro interior, conviviendo en perfecto equilibrio
✅ Ecpatía y empatía
Ya hemos nombrado varias veces a lo largo del artículo el riesgo que presenta la empatía, puede hacer que a veces nos identifiquemos demasiado con el sentimiento ajeno. Esto deriva en dos comportamientos insanos que pueden darse a la vez, uno es olvidarnos de nosotros mismos para atender al otro, y el segundo es que influye en nuestra capacidad de dar una respuesta adecuada a la persona que necesita ser atendida o busca consuelo, ya que faltamos de perspectiva al estar emocionalmente afectados por el suceso.
Simplificando en cuanto a sus diferencias, la ecpatía y empatía se diferencian principalmente en cuanto al plano en el que interactúan; si la empatía nos permite situarnos en el mismo plano que los demás, podemos percibir y entender sus emociones porque somos capaces de compartirlas. La ecpatía nos permite salirnos de ese plano y situarnos en un lugar diferente desde donde podemos estar tranquilos y centrados para dar una respuesta adecuada al sufrimiento ajeno.
La ecpatía no viene a quitarnos la capacidad empática, sino que nos permite salirnos de esa identificación excesiva, donde no somos capaces de vivir y compartir los sentimientos y emociones de forma equilibrada. Evita que emociones negativas como el dolor, el miedo, o el sufrimiento se apoderen de nosotros y nos permite dar una respuesta de apoyo en las interacciones que lo necesitan o identificar una situación de manipulación como lo que es, y no quedarnos estancados en el sufrimiento ajeno.
Cabe preguntarse que al igual que sin sufrimiento no habría capacidad de alegría, si sin ecpatía podría darse realmente una verdadera empatía. Aunque estas funciones mentales no sean sentimientos como los primeros, podemos hacer una especie de paralelismo en su forma de influenciarse el uno al otro. Es verdad que si no conocemos el sufrimiento verdadero o si no vivimos situaciones realmente adversas a lo largo de nuestra vida, no seríamos capaces de estar alegres, ya que cualquier contratiempo nos parecería insoportable. Por lo tanto, la situación adversa permite la alegría más que ser un contrario. Parece que en cierta manera la ecpatía, al igual que la tristeza, también permite la respuesta empática, puesto que sin esta la empatía solo sería nuestro propio sufrimiento, serían solo los sentimientos de los demás transferidos a nosotros mismos, al reaccionar de una manera demasiado empática, estaríamos quitándole parte de su sufrimiento o protagonismo a la persona que realmente lo tiene.
Por tanto, la capacidad de comprender los sentimientos ajenos y ser realmente empáticos estarían directamente relacionados con nuestra capacidad ecpática. La ecpatía nos permite respetar y comprender la realidad emocional del otro como diferente de la nuestra. Esto que parece algo básico, lógicamente el sufrimiento del otro no es el mío, se da muchas veces entre personas cercanas, por ejemplo, en las relaciones de filiación (entre padres e hijos). Cuántas veces evitamos mostrarnos vulnerables o no mostramos dolor en casa o en un evento familiar, por miedo a que nuestros progenitores también sufran, este comportamiento también se da en el otro sentido de padres a hijos. Esta delimitación de la capacidad empática, más que acercarnos a lo demás, lo que hace es separarnos y desconectarnos.
Aparte de comprender la realidad emocional, el otro como distinta de la nuestra, también podemos trabajar la capacidad ecpática desarrollando otras estrategias como el conocimiento de nosotros mismos y siendo conscientes de nuestras propias limitaciones o vulnerabilidades, y sobre todo al ser capaces de devolver los sentimientos al otro y entender que solo así podremos ayudarle mejor.
✅ Algunas precisiones conceptuales necesarias
Aclaremos: Ecpatía no es lo mismo que la frialdad, la indiferencia o la dureza afectiva característica de las personas carentes de empatía, sino que es una maniobra o acción mental positiva compensadora de la Empatía, no su mera carencia.
Desde este punto de vista, no hay que confundir ponernos en el lugar del otro con instalarnos en el lugar del otro. De alguna manera, este viaje empático es necesario para la compresión, pero también puede ser realmente peligroso cuando nos quedamos atrapados en el otro.
“Si el grado de implicación de una persona que se dispone en actitud empática con otra no es correcto, se corre el riesgo de caer en lo que se llama la trampa del mesías: amar y ayudar a los demás olvidándose de amar y ayudarse a sí mismo”
-Carmen Berry-
Básicamente, es la estrategia de equilibrio establecida para protegerse a sí mismo de las consecuencias provocadas por la “fatiga por compasión”, síndrome que aparece cuando nos concentramos solo en las emociones del otro sin tomar en cuenta las propias; es decir, vivir los problemas, las tristezas o la baja autoestima ajena y permitir espacios en los que nos afecten como si fueran nuestras.
Sin embargo, no debemos confundir ecpatia con antipatía. Entonces, la antipatía es un sentimiento que conlleva actitudes negativas hacia otra persona, demostraciones de rechazo casi visceral e inconsciente a un ser humano y sus circunstancias. En contraposición, la ecpatia es un complemento vital de la empatía, es el peso que equilibra la balanza para la protección emocional y psicológica de uno mismo.
Actuar de manera ecpática no significa ser indiferente o ignorar lo que podría estar sucediendo. La ecpatia es un recurso mental que registra la capacidad de involucrarse con los demás desde un nivel sano. Aplicada en su justa medida, evita el surgimiento de procesos manipulativos, maltrato psicológico y el burnout emocional innecesario. No olvidemos que el objetivo es aprender a separar las cargas y entender cuándo los procesos de aprendizaje o superación no nos pertenecen.
Si realmente deseamos colaborar con otra persona que no se encuentre bien, tenemos la responsabilidad de salvaguardar nuestro equilibrio ante cualquier circunstancia para poder seguir siendo apoyo y no generar un problema mucho mayor.
La empatía es la capacidad o función mental que nos permite tener en cuenta el otro y percibir, entender y compartir sus sentimientos. Como su propia etimología indica, nos permite conectar con el otro “sentir dentro” al contrario de la “ek-patheia” que significa “sacar afuera” permitiéndonos modular el sentimiento que nos puede producir ver a alguien sufriendo. Es en esta capacidad de modulación donde reside la importancia de la ecpatía, su definición como contraria a la empatía es solo una facilitación para su comprensión. Se puede ser ecpático y empático al mismo tiempo, es más, es necesario. Como decía Aristóteles, “la virtud está en el punto medio”.
Por lo tanto, la capacidad ecpática nada tiene que ver con mostrarse antipáticos o fríos antes los demás, al contrario, una buena regulación entre ecpatía y empatía nos permite ofrecer la respuesta adecuada y el apoyo necesarios a la persona que necesita consuelo. E impide que sé de una respuesta emocional desmesurada ante el sufrimiento ajeno, permitiéndonos, por una parte, guardar la serenidad necesaria y el equilibrio interior y por otra nos hace ser realmente empáticos al poner por encima nuestro el sufrimiento del otro en la situación que este le pertenece.
La ecpatía es lo opuesto y a la vez complementario a la empatía. Este proceso voluntario nos sirve para frenar la sobredosis de contagio emocional en situaciones tales como en el cuidado de personas enfermas o en crisis humanitarias, para que no nos termine bloqueando el dolor y también para poder evitar la manipulación mental o incluso la histeria de masas.
Por tanto, no todo contagio emocional es bueno para nuestra salud emocional, lo ideal sería regular la capacidad empática no solo en el sentido de potenciar la capacidad de comprensión, sino también en el sentido de impedir o limitar la extensión de esta experiencia cuando esta puede ser perjudicial para la persona que la vive, para la persona que es empática.
✅ Autorregulación emocional
Transitar por la vida en solitario, además de ser duro, es imposible. Los seres humanos somos seres gregarios y sociales. En este sentido, la empatía nos permite sumergirnos en otras historias, en otras vidas y vivirlas como si fueran nuestras. Ser empático es un don. Pero dista de ser un don imposible de potenciar y mejorar: puede desarrollarse.
En contraparte, la ecpatía es una capacidad autorregulatoria y protectora. Es un acto mental, una habilidad que nos permite desconectar del tsunami emocional que podemos sentir al empatizar demasiado con los demás.
✅ Beneficios de la ecpatía
La ecpatía parecía ser un mecanismo que tiene varias funciones con beneficios fundamentales para una persona, pero principalmente podría dividirse en dos categorías principales:
- Una primera categoría en la que la ecpatía nos serviría para protegernos de los demás y de posibles manipulaciones a las que se nos somete y,
- por otra parte, nos permitiría dar una respuesta realmente adecuada a las emociones del otro.
Con un buen nivel de Ecpatía somos capaces de frenar la sobredosis de contagio emocional en situaciones como el cuidado de personas enfermas, o de actuación en crisis humanitarias, para que no nos termine bloqueando el dolor, también podemos evitar la manipulación mental o incluso la histeria de masas.
Y es que todas las emociones son contagiosas, tanto las agradables como las desagradables. No es ningún secreto que la industria del cine y la televisión saca partido de esta característica de forma constante, empujándonos hacia intensos sentimientos que nos contagian los actores o contaminándonos con las emociones de los personajes de los realities.
Otra característica que nos produce la empatía es la llamada Fatiga por compasión (Figley, 1995), un término que se aplican a quienes padecen sufrimiento emocional como consecuencia del trabajo que realizan en servicios de apoyo y ayuda a personas con enfermedades o problemas graves. También el síndrome de burnout se describe para alguien que sufre problemas de salud o cuya perspectiva de la vida se haya convertido en negativa a consecuencia del impacto o de la sobrecarga de trabajo.
Por tanto, y a modo de riguroso énfasis, la Ecpatía es una acción mental compensatoria que nos protege de la inundación afectiva e impide que nos dejemos arrastrar por las emociones ajenas. En palabras de J.C. Bermejo, “mientras la empatía comporta metafóricamente hablando ponerse en el lugar del otro/a, la ecpatía comportaría ponerse en el propio lugar, y bien es sabido que ambas cosas son necesarias”. Es decir "basta del desgastante e inútil secuestro emocional" de dramas periféricos y de tener que soportar las malas vibraciones ajenas de amigos y familiares para no ser tachado de frívolo.
✅ ¿Cuándo es más esencial aplicar la ecpatía?
Dado que la ecpatía me permite ponerme en mi lugar y en el del otro solo lo suficiente como para entenderlo y estar a su lado, debo, en consecuencia, tener claridad en las previsiones a aplicar en los siguientes casos:
- Cuando estoy tragando las emociones ajenas
- Cuando le estoy dando demasiada importancia al otro
- Cuando soy una persona que necesita validarse a través de la visión del otro
- Cuando estoy olvidándome de mí por compadecerme del otro
- Cuando pienso que cuidarme es egoísta. NUNCA LO ES.
- Cuando me siento mala persona por mantener mi propio lugar
- Cuando soy súperfan de la empatía y me doy sin medida a la bondad y acciones samaritanas.
Aplicar ecpatía no significa que no te importa el prójimo. Los manipuladores te tachan de indolente o frívolo. No obstante, la opinión del otro respétala, tú quédate con la tuya, no necesitas la aprobación de los demás. En definitiva, cada quien tiene su propio aprendizaje, si. Y nadie puede ser más importante que tu mismo.
Ser empáticos es bueno, pero, ¿te imaginas ser empático todo el tiempo, a todas horas, siempre? Los seres humanos tenemos la capacidad de empatizar en momentos en los que se necesita esta habilidad y ecpatizar en las situaciones en las que la conexión emocional con otros nos hiere.
✅ La ecpatía nos protege de la fatiga por compasión
Los individuos hiperempáticos son imanes para las emociones ajenas. Les cuesta desconectar de su intensidad y, en consecuencia, se agotan. La fatiga por compasión es el agotamiento psíquico y orgánico que ocurre en respuesta a una intensa exposición a las emociones y a las circunstancias problemáticas de los demás.
“La fatiga por compasión es el sentimiento de profunda empatía y pena por otro que está sufriendo, acompañado por un fuerte deseo de aliviar el dolor o de resolver sus causas”.
-José Francisco Campos-Vidal-
De manera paradójica, la fatiga por compasión induce el estado contrario: nos volvemos menos flexibles ante las emociones ajenas y nuestra capacidad y deseo de sostener esas emociones se desvanece. En cierta manera, la fatiga por compasión puede resultar psicológicamente traumática, ya que implica soportar el impacto de una serie de emociones de manera intensa y prolongada en el tiempo.
La ecpatía actúa como contramedida al exceso de empatía. Implica controlar con consciencia con quién, dónde y en qué sentido queremos empatizar con la otra persona. Actúa como la vacuna que nos inmuniza frente al contagio emocional de las personas que se encuentran atravesando momentos muy complicados de sus vidas (como ocurre en pacientes de cuidados paliativos).
“Desde el punto de vista intelectual, tampoco hay que confundir el punto de vista ajeno con dejarse convencer por todo el mundo”.
-Jose Luís González de Rivera y Revuelta-
✅ La empatía tiene sus propias áreas cerebrales
La empatía, a la par que otros factores propios de la personalidad, es imposible de determinar mediante algún tipo de medida física. A nivel emocional y subjetivo podemos verlo, pero no así cuantificarlo. Al ser un elemento psicológico las cosas son ciertamente más complejas en ese aspecto.
Sin embargo, investigadores de la Universidad de Monash (Melbourne, Australia) estudiaron la forma de poder medirlo mediante la herramienta de la neuroimagen, y el resultado fue curioso: los tipos de empatía otorgan a los individuos cerebros diferentes físicamente.
✅ La empatía y el cerebro
Según estos científicos, el hallazgo plantearía algunas hipótesis, como la posibilidad de que la empatía pueda aumentar con el tiempo (dando lugar a cambios físicos a nivel cerebral), o que incluso podamos ver desaparecer dicha empatía con el tiempo.
Centrándonos un poco en los diferentes tipos, los investigadores encontraron que las personas con “empatía afectiva” tienen una fuerte respuesta emocional frente a los sentimientos o pensamientos de otra persona, ya que la materia gris de estos individuos es más densa en una región cerebral determinada en comparación con aquellos que expresan “empatía cognitiva“, es decir, individuos que tienen una respuesta más lógica a otro estado emocional (y menos sentimental).
Así lo comenta Robert Eres, coautor del estudio: “Las personas que tienen gran pare de empatía afectiva son a menudo los que sufren más el miedo frente a una película de terror, o que lloran fácilmente frente a una escena triste. Los que, por su parte, poseen empatía cognitiva tienen a ser más racionales, como sucede cuando un psicólogo clínico aconseja a su paciente”.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos estudiaron a 176 individuos usando una técnica de neuroimagen denominada “morfometría basada en vóxel”, donde se analizaba la densidad de su materia gris cerebral. El objetivo era determinar el grado de empatía afectiva o empatía cognitiva de los participantes.
✅ La densidad de materia gris, clave para diferenciar la empatía
Los hallazgos del estudio fueron que aquellos con una alta empatía afectiva tenían una mayor densidad de materia gris en la “corteza insular”, justo en el centro del cerebro. Por otra parte, aquellos que tenían una alta empatía cognitiva también tenían una mayor densidad de materia gris en la “corteza mediocingular”, justo encima de la conexión entre ambos hemisferios cerebrales.
La conclusión de los investigadores es que la empatía podría llegar a perderse o alterarse si las zonas cerebrales anteriormente mencionadas se lesionan o modifican. También explicaría porque hay individuos que no tienen empatía, u otros que la tienen en exceso.
“En conjunto, estos resultados validan el hecho de que la empatía es un conjunto de componentes, lo que sugiere que la empatía afectiva y la empatía cognitiva están representadas y diferenciadas morfológicamente a nivel cerebral”.
El punto justo en las emociones está entre la empatía y la ecpatía
Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, dice que “la empatía es básicamente la capacidad de comprender las emociones de los demás en las circunstancias de los demás”. Sin embargo, también señala que, en un nivel más profundo, se trata de definir, comprender y reaccionar ante las preocupaciones y necesidades que subyacen en las respuestas y las reacciones emocionales de los demás.
La ecpatía es lo opuesto y a la vez complementario a la empatía. Este proceso voluntario nos sirve para frenar la sobredosis de contagio emocional en situaciones tales como en el cuidado de personas enfermas o en crisis humanitarias, para que no nos termine bloqueando el dolor, y también para poder evitar la manipulación mental o incluso la histeria de masas.
Por tanto, no todo contagio emocional es bueno y a modo de conclusión para nuestra salud emocional, lo ideal sería regular la capacidad empática no solo en el sentido de potenciar la capacidad de comprensión, sino también en el sentido de impedir o limitar la extensión de esta experiencia cuando esta puede ser perjudicial para la persona que la vive, para la persona que es empática.
✅ Ecpatía y manipulación
Aunque pensemos que hay personas especialistas en inducir y contagiar emociones, la realidad es que no estamos indefensos ante ellas: tenemos o podemos adquirir las herramientas suficientes para que este “secuestro” emocional no se produzca.Tal secuestro emocional está muchas veces más en la especial sensibilidad del secuestrado que en la intención del secuestrador de que el otro se mantenga en ese estado. En este sentido, no tenemos que confundir el contagio emocional con la empatía.
La empatía trata con la información valiosa que recibimos de otros. Si solo tenemos en cuenta los puntos de vista, deseos y emociones de los demás, la convivencia se vuelve desastrosa. Sin embargo, la empatía se queda incompleta sin la capacidad de gestionar el contagio emocional y compensarlo a través de otra cualidad mental.
Mientras la empatía comporta “ponerse en el lugar del otro”, la ecpatía comportaría “ponerse en el propio lugar”; y bien es sabido que ambas cualidades son necesarias. Siendo esta última la acción mental que nos protege de la manipulación o de la inundación emocional por parte de los otros, impidiendo que las emociones ajenas nos arrastren.
Un apunte del brillante sicólogo americano Martin L. Hoffman señala que: “La empatía es una respuesta afectiva más apropiada para la situación de los demás que para la propia”.
Existen una serie de patologías, por ejemplo, el narcisismo, donde la manipulación tanto directa como indirecta es el arma fundamental de la persona. A través de la culpa o generando otro tipo de emociones negativas, las personas narcisistas son capaces de someter a los demás en su propio beneficio. Esto pueden hacerlo presentándose muchas veces como la víctima de la historia, cuando se les recrimina algún comportamiento inadecuado o desagradable.
En este caso, la ecpatía juega un papel importante, ya que nos permite separarnos del “sufrimiento del otro” y ver la realidad de las cosas y entender que se trata de una manipulación. Normalmente, los narcisistas buscan a personas especialmente empáticas para establecer relaciones íntimas. Como vemos, el hecho de identificarse con el sufrimiento ajeno puede ser francamente perjudicial en algún tipo de relaciones.
La ecpatía también puede actuar como mecanismo de defensa frente al cine, las series, los programas… o en definitiva frente a todo relato que busque el contagio emocional como forma de conseguir audiencia o incluso otros fines, como dinero a través del voto o los mensajes telefónicos que promueven algunos concursos, donde para salvar al participante hay que mandar un mensaje que tiene un coste, por cierto, bastante más elevado de lo normal.
La capacidad de poder separar las vivencias ajenas de las propias es fundamental para no caer en las redes de este tipo de programas. Hay que remarcar que no solo el mundo del cine, también el marketing y las campañas políticas hacen uso del contagio emocional para incitar a comprar o para conseguir el voto, y nos hacen tomar decisiones más sentimentales en lugares donde quizás debería primar la razón sobre el corazón o el impulso.
En su papel como mecanismo regulador de la empatía, la ecpatía puede protegernos de sufrir cierto tipo de condiciones que podrían derivar en trastornos emocionales más graves. Por ejemplo, existen personas que tienen mucha empatía, entre otras condiciones, y suelen anteponer sus necesidades a las de los demás. La ecpatía sería la encargada de decirnos y permitirnos tener tiempo para nosotros mismos y nuestras aficiones sin por ellos sentirnos culpables, vendría de una manera a compensar este tipo de comportamientos que de vez en cuando no son malos, pero pueden convertirse en patológicos si la persona se olvida de ella misma, por lo que puede llegar a desarrollar algún tipo de dependencia.
Aunque pensemos que hay personas especialistas en inducir y contagiar emociones, la realidad es que no estamos indefensos ante ellas: tenemos o podemos adquirir las herramientas suficientes para que este “secuestro” emocional no se produzca. Un secuestro emocional que muchas veces está más en la especial sensibilidad del secuestrado que la intención del secuestrador de que el otro se mantenga en este estado. En este sentido, no debemos que confundir el contagio emocional con la empatía.
La empatía trata con la información valiosa que recibimos de otros. Si solo tenemos en cuenta los puntos de vista, deseos y emociones de lo demás, la convivencia se vuelve desastrosa. Sin embargo, la empatía se queda incompleta sin la capacidad de gestionar el contagio emocional y compensarlo a través de otra cualidad mental.
Mientras la empatía comporta “ponerse en el lugar del otro”, la ecpatía comportaría “ponerse en el propio lugar”, y bien es sabido que ambas cualidades son necesarias. Siendo esta última la acción mental que nos protege de la manipulación o de la inundación emocional por parte de los otros, impidiendo que las emociones ajenas nos arrastren.
La acción mental compensatoria de la ecpatía frente a la empatía, nos protege de la inundación afectiva e impide que las emociones ajenas nos arrastren: un riesgo que corren las personas excesivamente empáticas. La ecpatía es inteligencia emocional y te otorga el éxito emocional de ser tú mismo sin dejar de ser compasivo con el prójimo.
✅ Imagen sinóptica
Fuente de la imagen: https://www.danielcolombo.com/Bibliografía consultada:
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