viernes, 2 de diciembre de 2022

LA TRÍADA OSCURA DE LA PERSONALIDAD EN LAS RELACIONES ÍNTIMAS (1)

Introducción

Nota: La presente publicación es una TRANSCRIPCIÓN TEXTUAL EXACTA del documento citado al pie de página.

 example   El lado oscuro del deseo sexual. Fuente de la imagen: Museo Thyssen(Madrid) Exposición "Lágrimas de Eros"  

Tres son los perfiles de personalidad que se han denominado como la Dark Triad of personality –Tríada Oscura de la personalidad; TRÍOPE en adelante–: el maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía, y estos dos últimos siempre referenciados como “a nivel subclínico” (Paulhus y Williams, 2002). La TRÍOPE, o alguno de sus componentes de forma aislada o en conjunto, ha sido estudiada dentro de la población general, normal y/o subclínica, así como en diversos contextos (Benning, Patrick, Blonigen, Hicks y Iacono, 2005; Hall y Benning, 2006; Jakobwitz y Egan, 2006).

Con este tipo de personalidades es comprensible la metáfora del lado oscuro como la parte más negativa de las relaciones humanas. De hecho, según Carcedo, Perlman y Guijo (2011), las relaciones interpersonales contienen una naturaleza paradójica en el sentido de que, además de ser fuentes de enorme felicidad y bienestar, también pueden ser fuentes de todo lo contrario: dolor, soledad, miedo y malestar en general. No es casualidad, por tanto, que la violencia interpersonal haya sido el tema más estudiado dentro de esta parte negativa de las relaciones (Cupach y Spitzberg, 2004). Así, la TRÍOPE comporta perfiles que bien podríamos considerar como tres tipos de personalidades psicoemocionalmente tóxicas.

En cuanto a la violencia psicológica, muchas veces referida como abuso psicológico, hay que comenzar admitiendo que se trata de un concepto elusivo y de difícil operacionalización (Almendros, Gámez-Guadix, Carrobles, Rodríguez-Carballeira y Porrúa, 2009). También se trata de un concepto que abarca numerosos indicadores y/o manifesta-ciones de maltrato psicológico (Taverniers, 2001), así como variados mecanismos encubiertos y manifiestos de abuso psicológico (Asensi, 2008). En el concreto campo de la violencia en la pareja, también se ha hallado que la violencia psicológica suele ser el tipo de maltrato más frecuente y a menudo precede al desarrollo de la violencia física (O’Leary, 2001), así como también que sus consecuencias y el impacto psicológico sobre quien lo sufre pueden ser tan graves como las del físico o el sexual, o más (Henning y Klesges, 2003).

TRÍADA OSCURA

El presente trabajo es una revisión de las investigaciones que han estudiado específicamente la TRÍOPE en el contexto de las relaciones amorosas y/o de pareja, habiéndose constatado la nocividad/toxicidad psicológico-emocional y social que este tipo de personas generan en sus múltiples víctimas. En este sentido, la investigación ha constatado que el tipo principal de malos tratos que suelen perpetrar estos tres tipos de personalidades en el ámbito de las relaciones de pareja es una violencia de carácter psicológico (Ali, Amorim y Chamorro-Premuzic, 2009; Ali y Chamorro-Premuzic, 2010). Salvo que, además, sean crónicamente antisociales, es rara la vez que emplean la violencia física para conseguir sus fines, lo que no quiere decir que no la lleguen a utilizar si perciben que mediante sus tretas psico-emocionales no obtienen sus objetivos (Hare, 1993; Pozueco, 2010), de modo que, en estos casos, las consecuencias para las víctimas podrían llegar a ser fatales (Garrido, 2000, 2001, 2004; Pozueco, 2011).

Teniendo en cuenta que ni los psicópatas, ni los narcisistas, ni los maquiavélicos son capaces de sentir empatía hacia las demás personas ni de mostrar genuino amor (Ali et al., 2009; Wai y Tiliopoulos, 2012) y que disfrutan confrontando psicológica y emocionalmente a las víctimas consigo mismas y con las demás personas que les rodean (Ali y Chamo-rro-Premuzic, 2010), consideramos que el problema que aquí presentamos es importante tanto para la evaluación a nivel subclínico de estos tres perfiles de personalidad como posibles factores de riesgo de maltrato psicológico en las relaciones de pareja como de cara a la prevención de la violencia en la pareja en la comunidad.

LA TRÍADA OSCURA DE LA PERSONALIDAD
  El Tríope Fuente de la imagen: Youtube  

La Tríada Oscura de la personalidad (TRÍOPE) y la violencia en la pareja La TRÍOPE:
Maquiavelismo, narcisismo y psicopatía

«De las personalidades que, con todo, no son patológicas, tres son especialmente prominentes: el maquiavelismo, el narcisismo subclínico y la psicopatía subclínica» (Paulhus y Williams, 2002, p. 556). Se trata de las tres personalidades socialmente aversivas citadas por Kowalski (2001) y que mayor atención empírica han recibido. Son denominadas como la “tríada oscura” «porque los sujetos con estos rasgos comparten una tendencia a ser insensibles, egoístas y maliciosos en sus relaciones interpersonales» (Jones y Paulhus, 2009, p. 100).

Los maquiavélicos se caracterizan por el cinismo, astucia y manipulación de los demás (Christie y Geis, 1970; Fehr, Samson y Paulhus, 1992; Garzón y Seoane, 1996). Una revisión reciente sugiere que las personas maquiavélicas se definen por comportamientos para asegurarse objetivos de compensación tales como el éxito personal en contra de las metas comunes, así como por tratar de ser un amigo deseable (Jones y Paulhus, 2009). Estas personas tienen pocas normas éticas y harán lo que sea necesario con tal de obtener éxito. Aunque los maquiavélicos pueden disfrutar del éxito real, no suelen ser escogidos como compañeros en las relaciones a largo plazo (Wilson, Near y Miller, 1998).

Los narcisistas se caracterizan por el egoísmo, por un sentido egocéntrico del derecho –del tipo “A mí todo me está permitido”– y por una positiva auto-imagen aunque poco realista (Paulhus, 1998). Aunque inicialmente son muy queridos por los demás, los narcisistas llegan a ser, transcurrido un tiempo, cada vez más impopulares (Paulhus y John, 1998). Disfrutan de “brillar en la gloria reflejada” e intentan vincularse con gente importante y con poder; a su vez, consideran a la mayoría como indignos de su atención o amistad. Estas tendencias se basan en un sentido inestable y frágil de autoestima que es altamente susceptible a la información negativa y desafiante llamado “ego-amenazas” (Raskin, Novacek y Hogan, 1991).

El tercer componente de la TRÍOPE lo constituyen los psicópatas. Desde luego que estas personas no parecen lo que en realidad son, como aseveraba Cleckley (1976) cuando sostenía que este tipo de personas miman los sentimientos humanos a nivel cognitivo, aunque emocionalmente sean incapaces de sentirlos de manera genuina. También es reveladora de esta falsa apariencia la gráfica frase que utilizaron Johns y Quay (1962) cuando afirmaban que el psicópata se sabe la letra, pero no la música. En otros casos, hay personas que no son psicópatas, pero lo parecen (Marietán, 2011), si bien no es cierto que estas personas, por reunir algunos rasgos psicopáticos aislados, sean psicópatas per se.

TRÍADA OSCURA

Hervey Milton Cleckley es el máximo exponente de lo que actualmente se denomina la psicopatía subclínica, pues la estudió en el contexto diario de su práctica clínica privada, ofreciendo casos de médicos, profesores, abogados, psiquiatras, etc., que eran psicópatas y que estaban socialmente integrados (Cleckley, 1976). Fue en su conocida obra The Mask of Sanity en la que ofreció los 16 criterios diagnósticos de la psicopatía que estudió en la población normal, los cuales se recogen en la Tabla 1.

tabla 1

Puesto que los psicópatas siempre toman a los demás como meros objetos (Goleman, 2006), lo que hacen no es otra cosa sino cosificar a los demás –tratarles como cosas u objetos– en pos de su propio beneficio, ya que son muy egoístas (Marietán, 2008). Las marcas de identidad del psicópata son el engaño y el temerario desprecio por los demás, si bien el rasgo posiblemente más definitorio de la psicopatía sea la ausencia de empatía (Cleckley, 1976). La personalidad del psicópata es muy peculiar, caracterizada por locuacidad, encanto superficial, sentido grandioso de la propia valía y manipulación (Hare, 1993). Sus conductas se asientan en el engaño y la desconsideración, en una falta de responsabilidad que no genera el menor remordimiento sino tan sólo indiferencia hacia el sufrimiento emocional que su conducta provoca en los demás (Goleman, 2006).

En suma, aunque los psicópatas puedan destacar en la competencia de la cognición social, la suya es una comprensión exclusivamente intelectual de las reacciones interpersonales y de las normas que rigen las relaciones sociales que puede llevarle incluso a manipular mejor a sus víctimas, ya que es en el plano emocional –no en el intelectual–, es decir, en la comprensión empática, donde fallan (Cleckley, 1976; Wai y Tiliopoulos, 2012).

La violencia en la pareja: Especial referencia a los indicadores de maltrato psicológico (IMP)

El maltrato psicológico es uno de los comportamientos agresivos más frecuentes en las relaciones de noviazgos en jóvenes (González y Santana, 2001; Moreno, Blázquez, García-Baamonde y Guerrero, 2011). Así, conflictos por celos románticos, actos de crítica constantes y/o agresión verbal y/o actos de aislamiento y dominación son conductas relevantes que se relacionan estrechamente y suelen preceder a los actos de violencia física (Montes-Berges, 2008; Muñoz-Rivas, Graña y González, 2011)

Mientras que la agresión física parece fácilmente delimitable en las relaciones interpersonales debido a que las secuelas en la víctima son observables, las manifestaciones del maltrato psicológico no son tan evidentes de cara a su detección (Blázquez y Moreno, 2008a, 2008b). Independientemente de ello, existen manifestaciones y/o indicadores del maltrato psicológico en la pareja más o menos obvios. Algunos indicadores –como las amenazas, críticas, insultos y humillaciones– contribuyen a hacerla más obvia; otros, en cambio, tales como la manipulación de la información o la desconsideración de las emociones de la otra persona, son más sutiles (Marshall, 1999). La ausencia de evidencias que señalen el daño por parte de la persona abusada se produce, más que por la inexistencia de las mismas porque, en la mayoría de los casos, este abuso se asienta en el amor (Ravazzola, 1997), y muchas de estas conductas están asimismo asentadas en el conocido mito de los celos, consistente en una «creencia en que los celos son un signo de amor, e incluso el requisito indispensable de un verdadero amor» (Ferrer, Bosch y Navarro, 2010, p. 8).

Taverniers (2001) ha recogido un amplio listado de indicadores de maltrato psicológico (IMP) y los ha categorizado según el grado de evidencia de los mismos –véanse en la Tabla 2.

tabla 2

Por su parte, Asensi (2008) sostiene la inclusión del maltrato económico en el maltrato psicológico como una forma de controlar a la víctima, y engloba los IMP señalados por Taverniers (2001) bajo la categoría de mecanismos encubiertos y manifiestos de abuso/maltrato emocional –véanse en la Tabla 3.

tabla 3 - TRÍADA OSCURA

Algunas de las manifestaciones de maltrato psicológico más frecuentemente halladas en la investigación son las siguientes (Blázquez, Mo-reno y García-Baamonde, 2009, 2010; Moreno et al., 2011): humillaciones, descalificaciones o ridiculizaciones –tanto en público como en privado–, aislamiento social y económico, amenazas de maltrato a la víctima y/o a sus seres queridos, destrucción o daño a propiedades valoradas por la víctima –objetos o animales– y amenazas repetidas de divorcio o abandono. También lo son la negación de la violencia y la atribución de responsabilidad absoluta a la víctima de los episodios de maltrato.

Nos encontramos, en suma, ante un tipo de “violencia invisible” (Asensi, 2008) que puede entenderse como cualquier conducta, física o verbal, activa o pasiva, que atenta contra la integridad emocional de la víctima, en un proceso continuo y sistemático (Loring, 1994) con el fin de producir en ella intimidación, desvalorización, sentimientos de culpa o sufrimiento (McAllister, 2000; Villavicencio y Sebastián, 1999)

La TRÍOPE en las relaciones íntimas y/o de pareja.
La máscara del amor El lado oscuro del amor y la satisfacción de vida. Relaciones ínti-mas en riesgo

La satisfacción con la vida se ha asociado positivamente con relaciones íntimas felices (Arrindell, Van Nieuwenhuizen y Luteijn, 2001); de acuerdo con la teoría triangular del amor, las relaciones íntimas con éxito tienden a caracterizarse por alta intimidad, pasión y compromiso (Sternberg, 1998). Teniendo en cuenta el déficit emocional/afectivo y el estilo de comportamiento antagónico manifestado tanto en la psicopatía como en el maquiavelismo, no es sorprendente que estos estilos de personalidad se asocien con la mala calidad de sus relaciones íntimas.

Los rasgos psicopáticos –en muestras clínicas y no clínicas– están asociados con dificultades de relación y ruptura (Han, Weed y Butcher, 2003; Savard, Sabourin y Lussier, 2006), con infidelidad (Egan y Angus, 2004), con relaciones sexuales casuales y a corto plazo (Jonason, Lue-vano y Adams, 2012), con violencia doméstica (Holtzworth-Munroe, Meehan, Herron, Rehman y Stuart, 2003) y con actos de agresión se-xual (Hersh y Gray-Little, 1998). Así, y como afirman Ullrich, Farrington y Coid (2008), es evidente que «la ausencia de remordimiento, la ausen-cia de empatía y la insensibilidad son contraproducentes para el estatus, el enriquecimiento y el éxito de las relaciones íntimas» (p. 1169).

Aunque hay mucha menos investigación que haya estudiado el maquiavelismo y las relaciones íntimas, la investigación disponible hasta la fecha indica que el maquiavelismo se asocia con promiscuidad, con actitudes sexuales hostiles y con diversas tácticas sexuales egoístas y engañosas –tales como la estafa, la divulgación de secretos sexuales íntimos a otros, el fingir amor, la inducción a la intoxicación para obtener y asegurarse sexo y una aprobación del uso de la fuerza sexual– (McHos-key, 2001; Jonason, Li, Webster y Schmitt, 2009)

La reciente investigación de Ali y Chamorro-Premuzic (2010) ha es-tudiado la satisfacción de vida en relación con la psicopatía y el maquia-velismo, un área que hasta ahora había sido descuidada en la investiga-ción. Debido a que la calidad de una relación contribuye a la satisfacción con la vida, el estudio de Ali y Chamorro-Premuzic (2010) también se extiende a la investigación de los rasgos desadaptativos y las relaciones íntimas a través del estudio, en una muestra no clínica, de la psicopatía y el maquiavelismo junto con la estrategia sexual –orientación sociose-xual– y los tres componentes de la relación y/o del amor –intimidad, compromiso y pasión (según Sternberg, 1998).

Ali y Chamorro-Premuzic (2010) emplearon una muestra de ambos sexos, no clínica y con adultos –no estudiantes– para investigar la satisfacción de vida y las relaciones íntimas en relación con la psicopatía primaria, la psicopatía secundaria y el maquiavelismo. Se hipotetizó que estos rasgos oscuros correlacionarían negativamente con los componentes de la relación íntima y con la satisfacción con la vida, pero positivamente con una orientación sociosexual promiscua. También se planteó la hipótesis de que los componentes de la relación correlacionarían positivamente con una mayor satisfacción de vida. Por último, se planteó la hipótesis de que los hombres correlacionarían positivamente con mayores niveles de estos rasgos “oscuros” y con una orientación sociosexual promiscua. Salvo una, el resto de sus hipótesis se cumplieron; la que no se cumplió la explican estos mismos autores en los siguientes términos:

Inesperadamente, la psicopatía primaria pronosticó positivamente los componentes de la relación. Que la psicopatía primaria se relacione con una mayor intimidad, pasión y compromiso es contraintuitivo. Sin embargo, los individuos con rasgos psicopáticos son expertos manipuladores; tal vez las personas con puntuaciones altas en psicopatía primaria desean tener y, por tanto, refieren mayor pasión, compromiso e intimidad en una relación de modo que puedan manipular mejor a su pareja; cuanto más cerca se encuentre uno de alguien, mejor comprensión tendremos de sus debilidades. Hare (1993) afirma que los individuos con rasgos psicopáticos «reconocen y convierten (hacen girar) en su propio beneficio las obsesiones y dudas que la mayoría de la gente tiene» (p. 148). Observamos, sin embargo, que este hallazgo tomado de forma aislada debería abordarse con precaución, aunque se podría investigar más a fondo (Ali y Chamorro-Premuzic, 2010, p. 231)

En general, se observa que «a la psicopatía y al maquiavelismo no les va bien en el dominio interpersonal» (Ali y Chamorro-Premuzic, 2010, p. 228), como se ejemplifica en el modelo del círculo estructural interpersonal (Leary, 1957; Wiggins, 1982), que consta de dos dimensiones: poder/control –es decir, dominio versus sumisión– y afiliación –es decir, hostilidad versus crianza. La psicopatía está representada por un estilo interpersonal hostil que incluye formas sutiles de humillación, represalias e interacciones extremas proyectadas para inspirar miedo en los demás (Leary, 1957). La investigación empírica proporciona apoyo sobre las asociaciones entre la psicopatía y un estilo de dominación interpersonal hostil (Kosson, Steuerwald, Forth y Kirkhart, 1997; Black-burn, 1998). En relación con el maquiavelismo, varios estudios indican que aquellos con puntuaciones más altas en la escala de maquiavelismo puntúan alto en dominación y bajo en afiliación (Gurtman, 1992; Locke y Christensen, 2007).

En suma, parece evidente que, con este tipo de personalidades oscuras, cualquier relación de pareja está en riesgo; es la psicopatía sub-clínica el componente más peligroso y/o nocivo/tóxico de la TRÍOPE en las relaciones de pareja. Así, como nos informan Williams, Spidel y Paulhus (2005), los psicópatas subclínicos no sólo son más propensos a involucrarse en conductas sexuales de riesgo, sino también más propensos a utilizar tácticas coercitivas para obtener sexo, incluyendo el uso de drogas o actos de intimidación física o verbal. Este último indica que los psicópatas utilizan el miedo y otras tácticas de manipulación para dominar y controlar a sus parejas. Según estos autores, la violencia que impregna la vida de los psicópatas parece extenderse a sus relaciones íntimas. La psicopatía subclínica también se asocia con varias actitudes y cogniciones que se consideran factores de riesgo de abuso psicológico. Por tanto, «las relaciones íntimas de los psicópatas parecen ser un ambiente peligroso para sus parejas, lleno de desapego, desconfianza y abuso» (Williams et al., 2005, pp. 5-6).

Tácticas de “caza furtiva” de las parejas de otros y tácticas de retención de parejas

Son varios los estudios que se han realizado sobre las diversas tácticas que emplean las personas con TRÍOPE, fundamentalmente los psicópatas subclínicos, tanto para “cazar” potenciales parejas o “quitarle la pareja” a otra persona que les sirvan de relaciones breves y superficiales como para la retención de las mismas durante un tiempo más prolongado con el objetivo de sacarles algunos beneficios más aun siéndoles infieles. A estas conductas suele llamárseles tácticas de “caza furtiva” y tácticas de retención de parejas (Buss, 1988; Jonason y Kava-nagh, 2010; Jonason, Li y Buss, 2010; Jonason, Li y Cason, 2009; Jonason, Li y Richardson, 2010; Jonason, Valentine, Li y Harbeson, 2011; Jones y Paulhus, 2010, 2011).

Para los propósitos de este y el siguiente apartado es de especial relevancia el estudio de investigación llevado a cabo por Jonason, Li y Buss (2010), titulado The Costs and Benefits of the Dark Triad: Implications for Mate Poaching and Mate Retention Tactics. En esta investigación, que seguimos de forma expresa, se expusieron tanto las tácticas antes citadas como los resultados hallados en su estudio sobre este concreto particular.

Hay que partir de la base de que el maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía son rasgos que se relacionan con consecuencias negativas tanto personales como sociales y que han sido considerados como rasgos indeseables (Bushman y Baumeister, 1998; Hare, 1996; Morf y Rhodewalt, 2001). Sin embargo, la paradoja estriba en que la persistencia de estos rasgos en el tiempo (Foster, Campbell y Twenge, 2003) y través de varias regiones del mundo como Norteamérica, Oceanía y Asia (Schmitt, 2008), así como también las relaciones de estos rasgos “oscuros” con rasgos positivos tales como la estabilidad emocional (Paulhus y Williams, 2002), la autoestima resiliente (Sedikides, Rudich, Gregg, Kumashiro y Rusbult, 2004) y un mayor éxito sexual (Jonason et al., 2009), sugiere que la TRÍOPE también puede ser potencialmente ventajosa para muchos individuos, especialmente con fines de emparejamiento y/o relaciones sexuales (Jonason et al., 2010).

La TRÍOPE se caracteriza por bajos niveles de conciencia (Jonason, Li y Teicher, 2010), y al menos dos de sus componentes –el narcisismo y la psicopatía– se relacionan con altos índices de impulsividad (Vazire y Funder, 2006) y asunción de riesgos (Jonason, Koenig y Tost, 2010). Puede ser que los individuos que puntúan alto en la TRÍOPE persigan la novedad en sus vidas. En efecto, en lo que respecta a las relaciones sexuales, quienes tienen puntuaciones altas en la tríada oscura tienen más parejas sexuales y un estilo de emparejamiento menos restringido (Jonason et al., 2009, 2012).

La posesión de estos rasgos se puede traducir en un estilo de emparejamiento particular. En primer lugar, quienes puntúan alto en la tríada oscura pueden ser especialmente propensos a abandonar las relaciones íntimas para iniciar relaciones con compañeros/as nuevos/as (Foster, Shrira y Campbell, 2006). En segundo lugar, el desagrado, la hipocresía –o el “jugar a dos bandas”– y la agresividad enlazan con los rasgos de los tres componentes de la TRÍOPE (Paulhus y Williams, 2002). En con-secuencia, para cumplir el requisito de la novedad y el carácter competitivo y agresivo que también subyacen a estos rasgos (Jonason et al., 2010), las puntuaciones en la tríada oscura pueden estar correlacionadas con la propia tendencia a adoptar una estrategia de caza furtiva de pareja (Schmitt y Buss, 2001).

Aunque estas estrategias puedan aumentar el acceso a nuevos compañeros íntimos, la búsqueda de la novedad y la agresión que caracterizan a la tríada oscura pueden ir en detrimento de los costos de la relación. Como pasamos a ver a continuación, los resultados del estudio de Jonason et al. (2010) son reveladores e indicativos de que los rasgos y conductas de la TRÍOPE en las relaciones íntimas se relacionan con varios de los indicadores de maltrato psicológico.

La relación entre los IMP y los rasgos y tácticas de la TRÍOPE en las relaciones íntimas

Para llevar a cabo su estudio sobre los costos y beneficios impuestos por la TRÍOPE en las vidas sexuales y románticas de las personas, Jonason et al. (2010) evaluaron cómo las puntuaciones en la TRÍOPE correlacionaron con las puntuaciones en las escalas de caza furtiva pareja y de retención de pareja. Interpretaron estos resultados basándose en un programa de adaptación (Buss, 2009) para tratar de comprender mejor el papel que no sólo la TRÍOPE, sino también las diferencias individuales en general, juegan en la solución de los objetivos de adaptación –como el emparejamiento.

La muestra de este estudio estaba compuesta por 336 personas de la población general, 114 hombres y 222 mujeres, con edades medias de 28 y 26 años, respectivamente. La mayoría de la muestra –el 92%– era heterosexual, el 4% era homosexual y el otro 4% era bisexual. El 38% era soltero/a y el 62% tenía una relación de pareja formal –donde se incluían tanto parejas en estado de casados/as como parejas en es-tado de noviazgo.

En cuanto a los instrumentos de medida de los tres componentes de la TRÍOPE, Jonason et al. (2010) usaron el Narcissistic Personality Inventory (Raskin y Hall, 1981), un autoinforme de 40 ítems empleado para evaluar de manera específica el narcisismo subclínico. Para evaluar la psicopatía subclinical utilizaron la versión de 31 ítems de la Self-Report Psychopathy Scale-III (Paulhus, Hemphill y Hare, en prensa). El maquiavelismo fue evaluado a través de la conocida como MACH-IV o escala de maquiavelismo (Christie y Geis, 1970).

Por otro lado, las tasas de intentos de retención de parejas fueron medidas con el Mate Retention Inventory-Short Form (Buss, Shackelford y McKibbin, 2008). Aquí, los participantes indicaban con qué frecuencia (0 = nunca; 3 = muchas veces) realizaron 38 acciones en el último año. Las tácticas de retención de parejas que se midieron en este estudio aparecen recogidas en la Tabla 4.

tabla 4

Finalmente, las tácticas de caza furtiva de parejas se midieron con un instrumento de 38 ítems (Davies, Shackelford y Hass, 2007) que evalúa las tasas de intento y de éxito (1 = nada, 5 = mucho) de caza furtiva de las parejas de los demás, las de después de haber sido cazados furtivamente por otros y las de haber tenido cazadas furtivamente a sus propias parejas. Las tasas de intento y éxito en cada una de estas áreas se evaluaron según diferentes contextos: emparejamiento de corta duración, asuntos sexuales de larga duración y emparejamiento de larga duración.

Los resultados hallados fueron congruentes con las hipótesis planteadas por Jonason et al. (2010) en su estudio, y también es significativo el hecho de que la mayoría de las tácticas de retención de parejas de las personas con TRÍOPE se parecen mucho, cuando no son exactamente iguales, tanto a los IMP señalados por Taverniers (2001) como a los mecanismos encubiertos y manifiestos de abuso emocional de Asensi (2008). Así, Jonason et al. (2010) hallaron que las puntuaciones en la TRÍOPE correlacionaron con la mayoría de las tácticas de retención de la parejas, siendo las más características de los sujetos con TRÍOPE las siguientes: castigar las amenazas de infidelidad de la pareja, alardear y/o exhibirse ante los demás, mejoras en el aspecto, señales verbales de posesión y violencia contra rivales. Asimismo, estos autores no hallaron diferencias significativas en cuanto al género con respecto al empleo de este tipo de tácticas, pero sí un resultado que podría ser tema de debate para aquellas personas que aún sostienen una visión sexista y estereotipada sobre el género, a saber: «las mujeres presentaron un grado mayor que los hombres respecto al empleo de la violencia contra los potenciales rivales de sus propias parejas» (Jonason et al., 2010, p. 377).

Pero también las parejas maltratadoras que no han sido evaluadas con los instrumentos específicos de los tres perfiles de la TRÍOPE despliegan tanto IMP como mecanismos encubiertos y manifiestos de abuso psicológico contra sus compañeros/as íntimos/as, siendo los más frecuentemente hallados en las diversas investigaciones los siguientes: humillaciones, descalificaciones o ridiculizaciones –tanto en público como en privado–, negación de sentimientos, no apoyo ni empatía, aislamiento social y económico, amenazas de maltrato a la víctima y/o a sus seres queridos, destrucción o daño a propiedades valoradas por la víctima –objetos o animales–, amenazas repetidas de divorcio o abandono, negación de la violencia, atribución de responsabilidad absoluta a la víctima de los episodios de maltrato, etc. (Asensi, 2008; Blázquez et al., 2009, 2010; Moreno et al., 2011; Taverniers, 2001). En cuanto al factor sexo y género, y como señalan Sánchez, Moreira y Mirón (2011), algunos estudios coinciden en señalar que los varones emplean más agresión que las mujeres en sus diversas manifestaciones, mientras que otros estudios no indican este consenso. Posiblemente, este disenso entre unos estudios y otros podría explicarse por el hecho de que las diferencias en conducta agresiva entre hombres y mujeres varían en función del tipo de conducta agresiva analizada (Campbell, 2006). Por otro lado, y estrecha relación con la denominada perspectiva de género, hay que tener en cuenta que «las teorías que sobredimensionan los aspectos de la cultura patriarcal y la asimetría de poder de género en la violencia de pareja cuentan con apoyo empírico limitado en los países occidentales en el presente» (Moral y López, 2012, p. 61).

Valorado todo esto en conjunto, es evidente que los sujetos con altas puntuaciones en la TRÍOPE tienden a utilizar las diversas manifestaciones de maltrato y/o abuso psicológico como principales tácticas de retener a sus parejas, al mismo tiempo que también emplean su característico encanto superficial, locuacidad, habilidades manipulativas y demás rasgos para intentar tener relaciones aún teniendo parejas estables y también con objeto de cazar furtivamente las parejas de otras personas. Por tanto, la violencia psicológica –en sus diversas manifestaciones– es el recurso más frecuentemente empleado tanto por las personas con TRÍOPE en sus relaciones íntimas como por las parejas maltratadoras sobre las cuales no se ha estudiado ninguno de los perfiles de la TRÍOPE.

Discusión y conclusiones

La investigación con muestras no clínicas ha encontrado pruebas de las diversas manifestaciones de rasgos psicopáticos en la población general (Skeem, Poythress, Edens, Lilienfeld y Cale, 2003), y también hay investigadores (Lilienfeld, 1998; Williams y Paulhus, 2004) que sostienen que la investigación en muestras no clínicas es necesaria para generalizar los resultados a más personas. La presencia de los otros dos componentes de la TRÍOPE en la población general también ha sido hallada en las investigaciones (por ejemplo, Jakobwitz y Egan, 2006).

En diversos grados, estos tres tipos de personalidad suponen un perfil oscuro, interpersonalmente destructivo, con tendencias hacia la grandiosidad, la insensibilidad emocional, la manipulación y la domina-ción. Los psicópatas y los maquiavélicos suelen tener una alta autoestima y a menudo son encantadores y divertidos, y también pueden ser impulsivos y astutos. Los narcisistas son grandiosos y tienen alta autoestima, y también pueden estar intelectualmente dotados. El problema aparece cuando estos tres componentes coinciden en un rasgo fundamental: la ausencia de empatía. De este rasgo derivan otros que también son característicos de los tres componentes de la TRÍOPE y que suelen poner en escena en sus relaciones interpersonales. Así, cuando a una persona no le importa lo más mínimo los sentimientos de los demás ni tampoco repara en las consecuencias negativas que podría generar en otras personas, es evidente que esta persona no mostrará escrúpulos de ningún tipo para hacer lo que pretenda hacer si con ello consigue las metas que se propone y que le reportarán concretos beneficios de diversa índole –sexuales, económicos, posición social, etc..

Tres temas comunes que subyacen a la TRÍOPE son su especial interés por la dominación, el control y el poder. El problema estriba en que la dominación, el control y el poder suprimen el desarrollo de la empatía. Y cuando no se practica la empatía, ésta disminuye. La afirmación de la dominación a menudo requiere una agresión abierta o encubierta. ¿Podemos ser agresivos hacia alguien con quien empatizamos? Aunque habrían de realizarse muchas matizaciones, la respuesta directa es que sí; no obstante, parece claro que las personas más amorosas son las menos agresivas y las menos dominantes (Goleman, 2006), o al menos eso es lo que parece.

La violencia que mayoritariamente se profieren las parejas no es de tipo física sino psicológica, y detrás de la misma hay tanto una serie de IMP (Taverniers, 2001) como de mecanismos encubiertos y manifiestos de maltrato psicológico (Asensi, 2008), así como también una dinámica de patrones de interacción coactiva (Blázquez et al., 2009, 2010; Mo-reno et al., 2011) que coinciden sobremanera con las dinámicas relacionales que mantienen los sujetos con TRÍOPE con sus parejas y/u objetivos amorosos. Si tenemos en cuenta el estilo de vida e interacción de muchas parejas de hoy en día, pudiera ser que éstas se amoldaran de tal modo a tales formas de ser y de comportarse que, posteriormente, tendrían bastante difícil tratar de resolver los diversos problemas y/o conflictos (Montes-Berges, 2008) de otra forma que no fuera mediante la manipulación y el chantaje, y sin ningún atisbo de empatía ni remordimientos. En este sentido, si hemos de creer en las investigaciones (por ejemplo, González y Santana, 2001; Moreno et al., 2011) que nos dicen que hay una serie de patrones de violencia interpersonal que los chicos y chicas están aprendiendo ya desde su infancia y en la adolescencia y que les están insensibilizando sobremanera, ¿qué podría hacernos pensar que los rasgos de la TRÍOPE no se transmiten igualmente a nivel intergeneracional y que insensibilizan aún más si cabe?

La comprensión y conciencia que tenemos del mundo social depende de nuestra forma de pensar, de nuestras creencias y de lo que hayamos aprendido sobre las normas y reglas sociales implícitas que gobiernan las relaciones interpersonales. No obstante, los integrantes de la TRÍOPE estudian las reglas sociales para poder manipular mejor a los demás (Babiak y Hare, 2006). Tener conciencia facilita el autocontrol y genera el sentimiento de responsabilidad, y también sirve para combatir los comportamientos inaceptables para el grupo (Froufe, 2007); los psicópatas no tienen conciencia (Hare, 1993), no tienen empatía (Cleckley, 1976). Para Goleman (2006), quienes carecen de la capacidad de establecer contacto con los demás caen típicamente dentro del ámbito del narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía. Estos tres tipos de personalidades “oscuras” comparten, en distinta medida, rasgos a veces muy ocultos y tan poco atractivos como el rencor, la hipocresía, el egocen-trismo, la agresividad y la insensibilidad.

¿Pero por qué se hace tan necesario el conocimiento e investigación sobre estos tres tipos de personalidades “oscuras” a nivel subclínico? Hay muchas razones que motivan este interés y necesidad, sobre todo en lo concerniente a las relaciones de pareja. Al igual que Goleman (2006), consideramos que sería muy importante familiarizarnos con estos tres tipos de personalidades “oscuras”, aunque sólo fuera para conocerlas mejor y así evitar potenciales y variadas consecuencias negativas, ya que parece que la sociedad moderna, que glorifica cada vez más las motivaciones egoicas e idealiza a los semidioses de la fama y la vanidad, puede estar promoviendo, inadvertida y/o voluntariamente, su florecimiento (Jáuregui, 2008a, 2008b), hasta el punto de estar generando lo que algunos autores han denominado una sociedad psicopática (Sánchez, 1986). La variedad “subclínica” de este tipo de personalidades «resulta mucho más habitual [que la clínica y/o la jurídico-forense] y vive entre nosotros, y podemos encontrarlos en las oficinas, las escuelas, los bares y en cualquier recodo de la vida cotidiana» (Goleman, 2006, p. 164).


Transcripción textual. Fuente:

 

«https://www.uv.es/pdf»


Fuentes complementarias:

 

«LA PSICOPATÍA SUBCLÍNICA/pdf»